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LAS LEYES DE LA ABUNDANCIA Y EL DIEZMO |
La palabra Diezmo nace de la palabra hebrea
"maaser" o "maasrah", que traduce Diezmo, o una décima
parte. En el Griego la palabra que designa esta "décima parte" es
"apodekatoo" y tanto en el Hebreo como en el Griego, estos términos
significan el "pago o dádiva de una décima parte o porción."
El diezmo es una ley espiritual que Dios dio a la
humanidad para asistirla a encontrar la abundancia, la plenitud y la gratitud
en la vida cotidiana. La ley del diezmo es regresar 10 por ciento del
incremento personal a Dios. El representante de Dios en este nivel es la fuente
de las enseñanzas espirituales de uno, con frecuencia, una iglesia, sinagoga,
mezquita o maestro espiritual. Cuando la persona paga el diezmo, el universo
que funciona bajo la ley espiritual del diezmo dice: "Si tienes tanto para dar,
ello significa que estás abierto a recibir más". En el acto de dar
el diezmo ponemos en movimiento una secuencia de causa y efecto: al dar creamos
un vacío que el universo se apresura en llenar con abundancia, porque la
naturaleza detesta el vacío.
"Traedme todos los diezmos a mi granero y que
haya alimento en mi casa, dijo el Señor de los Ejércitos, y verás si no te abro
las ventanas del cielo y te derramo tal bendición que no habrá sitio en que
recibirla" (Malaquías 3:10).
El diezmo ha sido recomendado en muchas partes de la
biblia. Muchos de los más prósperos hombres de negocio y grandes industriales,
atribuyen su éxito al haber formado este hábito en su juventud y haberlo
mantenido, entre ellos encontramos personas como: Henry Crowell de Quaker Oats,
William Colgate, Napoleón Hill, incluso Og Mandino, autor de "El mejor
vendedor del mundo", quién proclama las bendiciones recibidas al dar como
diezmo el cincuenta por ciento de los ingresos. Miles de personas han pasado de
la pobreza a la seguridad financiera con la práctica del diezmo.
Al dar el diezmo damos cumplimiento a una ley muy
antigua establecida entre Dios y el hombre. Dar el diezmo era una de las leyes
de Dios antes de la época de Moisés, pero hay personas que piensan que estas
leyes estaban destinadas únicamente a las personas del antiguo testamento y no
a los hombres y mujeres de hoy.