Un ejemplo de lo
que es el deseo ardiente lo vemos en los inmigrantes que van a los Estados
Unidos de América en busca de una mejor vida. Ellos llegarán cansados, Quizás
con un aspecto muy poco agradable, algunos hasta parecerán completos
vagabundos. Pero desde antes que pusieran un pie fuera de su casa para tomar el
transporte que los llevaría a esta nación prometedora, había un deseo ardiente
en sus corazones.
Aquella esperanza de que en USA pudieran tener una mejor vida
les quemaba por dentro. Y ese deseo ardiente es lo que los hizo tener la fuerza
y el valor para dejarlo todo y empezar una nueva vida.
El deseo de esta
gente no es una vaga esperanza, un simple “me gustaría”. Es más bien un
sentimiento fuerte, quizás hasta más fuerte que su sentido común que les dice
“cómo vas a sobrevivir en un país donde ni siquiera hablas el idioma”. Este
deseo va más allá de cualquier otra cosa. Es un plan definido de lo que quieren
lograr llegar a ser; una visión del futuro que no mira los obstáculos ni las
dificultades sino la meta final.
La gente que se
propone realizar algo en la vida tiene éxito porque sabe lo que quiere y tiene
una meta definida. Los obstáculos que se le presenten no lo derribarán porque
tienen la mirada puesta en el galardón, en el cumplimiento de ese deseo que
arde en su pecho.
Si tú tienes un
deseo ardiente, pondrás todo tu esfuerzo, tu energía y tu voluntad en
realizarlo. Como se dice comúnmente “pondrás toda la carne en el asador”.
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